Cuentos y tecnologia

jueves, 7 de mayo de 2009

Ahora que sopla este aire frio

Cuando era niño escribí varios cuentos. Luego ingrese a al escuela vocacional, en el area de fisico matematicas e interrumpí esa actividad, hasta el dia en que quede fuera de reglamento por adeudar tres materias. Ese dia descubrí que mi escuela tenia un taller de creación literaria y me quede ahi desde entonces, incluso varios años despues de graduarme.

Este es el primer cuento que escribí ahi, ligeramen te corregido a travez de los años, pero ya con mis vicios y mi estructura como escritor.

El final es el antecedente directo de la frase que remata "Finalmente" (un cuento que esta en este Blog) que es uno de mis finales favoritos y el mejor de entre los que eh escrito, creo.


Ahora que sopla este aire frío



Mírala, se ve hermosa. De noche la ciudad se ilumina con los sueños de aquellos que aún no duermen. Siempre luce fresca y radiante.


Desde aquí se puede ver la luna en todo momento, en esta ciudad aparece especialmente temprano. A veces la matiza un tono rojizo en agosto, o se puede ver un arcoiris a su alrededor en abril, y hoy, por ejemplo, se ve azulada...



¿Ves aquella fábrica, la de ladrillos rojos? Ahora parece un fantasma, pero hay gente trabajando ahí. Hace algún tiempo sus empleados se fueron a la huelga exigiendo que se instalaran ventiladores, por que el sol de las doce hacía de eso un infierno. La empresa liquidó a esos empleados, pero el turno de noche no tenia ese problema, y además la construcción resulta cálida para sus empleados… y empleadas, que encuentran pasiones que, si no producto de la noche, si han aflorado gracias a su cobijo.

Por eso es que trabajan a obscuras...


En esa hermosa casa, aquella, la que está más al sur, las cortinas de encaje disimulan mal las peleas de la pareja que la habita. Discuten, pelean durante horas... a veces terminan haciendo el amor, y a veces se encienden dos luces, en lados opuestos de la mansión.


Por ahí, en el bar frente al parque está el hombre encargado de cerrarlo. Es su dueño; desprecia profundamente a todos esos borrachos que ya van por la esquina y piensa que se merecen toda su lástima. Ya va a amanecer, los ve alejarse con los ojos vidriosos, por fin está solo... y toma su primer sorbo de alcohol de la noche... por fin esta solo.



Mas allá, los barrenderos sienten las calles como suyas, esas calles adoquinadas y desiertas. Juegan como niños noche tras noche. Igual representan una telenovela de antaño en que los barrenderos asesinaban al candidato presidencial, que se manifiestan frente a un ayuntamiento vacío, con singular irreverencia.


En el parque una pareja juega a ser Tarzán y Jane en la jungla. No se percatan de que los policías están ocultos tras los árboles a unos metros seguramente tienen planeado quitarles todo su dinero, aunque parece que han decidido observarlos hacer el amor tomados de la mano.



Noche tras noche, en el lugar de las prostitutas, hay una a la que nadie toma nunca. Desde aquí parece resplandecer junto a las otras casi sobrenaturalmente. Una jovencita hermosa de sedoso pelo negro y suave piel blanca. Siempre que se acerca alguien atraído por sus torneadas caderas o su esbelto cuerpo, ella les sonríe tiernamente. Algunos no soportan ni eso, pero los que si, se encuentran con que su voz es la de una niña, y huyen avergonzados, no sin antes darle una generosa cantidad para aliviar su culpa. De vez en cuando, mas bien seguido, alguno de ellos vuelve, porque la niña ha invadido sus fantasías. Y llegan a casa temprano, sin dinero cuestionando su hombría. ¿Cómo puede apagarlos definitivamente un cuerpo tan hermoso? ¿Porque? Se preguntan en sus camas... Y vuelven a soñar con ella.


Mira, mas allá, hacia donde sale el sol, del otro lado de la ciudad, hay un chico que igual que yo, le describe la ciudad a una vieja amiga, y piensa confesarle su amor antes de que amanezca.
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1 comentario:

  1. hola sabes q me gustan tusescritos y este wow como describes la ciudad, y tu forma de verla parece q es otra q esta escondida entre la ruidosa y gris de todos los dias

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